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miércoles, 8 de julio de 2009

Mirada contra corriente


La corriente no cambia de sentido. En un colectivo el rumbo es el mismo para todos. La inmensa mayoría marcha en la dirección que las circunstancias marcan, siguen el ritmo general, la tónica impuesta o la tendencia dominante. En ocasiones aparece un elemento discordante, algún rebelde descarriado que no se rige por las mismas leyes que los demás, o alguien a quien sus vísceras le obligan a reaccionar en sentido diferente. En este caso, todas las jóvenes de la imagen caminan hacia la entrada del edificio atraídas por algo que les espera en el interior. Todas menos una, a la que no tientan especialmente las promesas que se avecinan. El foco de atención de la muchacha que gira el rostro está en el lado opuesto, a su espalda. La mirada es interrogante y ligeramente preocupada. Parece interesada en algo concreto de lo que se separa y tiene dudas. No sabe cómo será el reencuentro. Por eso quiere apreciarlo hasta dejar de verlo.

martes, 23 de junio de 2009

¡Barça!,¡Barça!, ¡Ra, ra, ra!


En la mitología egipcia Ra es el gran dios, el dios sol, el símbolo de la luz y de la vida. El sol también está representado por su disco, Atón, del cual manan múltiples rayos a modo de manos benefactoras que proporcionan prosperidad y felicidad a los humanos.

Los abundantes aficionados egipcios y del resto del mundo, los españoles no futboleros y hasta algunos hinchas del Madrid, reconocen que el Barça ha demostrado este año su poderío, su fuerza, su superioridad. Es un campeón, un ente especial tocado de la mano de los dioses, el equipo de la trihazaña, el conjunto capaz de una heroicidad digna de perpetuo reconocimiento mundial. Por mucho que Florentino se preocupe de eclipsar en cuatro días la bien ganada aureola divina del Barcelona empapelando periódicos y televisiones con los euros de Ronaldo y de Kaká, el mensaje ha llegado muy lejos y muy alto. En este tendal de Alejandría, el Barça y el gran dios sol son equiparables. Dioses y/o héroes, codo con codo, juntos en una esquina los mitos, la fé y las ilusiones. ¡Barça!,¡Barça!, ¡Ra, ra, ra!

martes, 2 de junio de 2009

En Shali hay que adivinar a las mujeres


Hacia la otra orilla del Gran Mar de Arena se encuentra el oasis de Siwa. Tradición y barro son los ingredientes que hacen de esta isla del pasado algo verdaderamente especial. El aislamiento histórico en el que ha estado sumido este pueblo de Shali, por culpa o gracias al desierto, le confiere una personalidad única y le convierte en un lugar paradisíaco. Los burros y las bicicletas son los medios de transporte más utilizados por los hombres de esta población berebere, conservadora y hospitalaria, en la no resulta nada fácil comprobar que hay mujeres. Las hembras nunca se ven por la calle, hay que adivinarlas debajo de las túnicas.

 

El Gran Mar de Arena


No es sencillo entrar en la esencia de un paisaje como éste. Exige cuando menos acercamiento, tiempo y pasión. A cambio, el desierto se ofrece como un lugar de mil aspectos luminosos y diferentes, todos ellos seductores. El Gran Mar de Arena es uno de los lugares más áridos de la Tierra, un espacio remoto que las caravanas trataron de evitar por todos los medios, pero fascinante como pocos y con una capacidad embrujadora a la que no han sabido resistirse exploradores y aventureros de todas las épocas.

jueves, 28 de mayo de 2009

Más allá del hombre


Dicen los libros que en esta zona del desierto occidental de Egipto la arena sepultó a 50.000 hombres del ejército del rey persa Cambises cuando se dirigían hacia el oasis de Siwa, y también se comenta que los científicos de la NASA realizan expediciones a estos parajes para tratar de entender el posible comportamiento sobre la superficie de Marte, el Planeta Rojo. Realmente el paisaje parece pertenecer a un mundo incompatible con el ser humano, a una Tierra más allá del hombre. También sorprende comprobar, en contra de lo que pudiera parecer, que nada en el desierto es monótono. 

David frente a Goliat


Hay fotos que se defienden a sí mismas. No necesitan de grandes alardes para ganarse la simpatía o el aplauso. Pueden no ser impactantes, ni ser técnicamente perfectas pero llaman la atención. Esta es una de esas fotos, una foto de color. En primera instancia es el color el que nos engancha. Una mancha amarilla en medio de un mar verde. Pero una vez que nos hemos detenido, leemos un poco más despacio y descubrimos otros matices. En realidad se trata de una insignificante mancha amarilla haciendo frente a un verde que lo domina casi todo. Y le hace frente con éxito. Nos viene a la mente el débil contra el poderoso, nadar contra corriente, las reivindicaciones de las minorías o David frente a Goliat. Las imágenes dicen muchas cosas aunque no hablen.

domingo, 22 de febrero de 2009

Caminos encontrados


Dice la teoría que al observar una fotografía la mirada sigue un recorrido complejo marcado por la estructura de la imagen y por la predisposición del contemplador. En este caso, el recorrido es sencillo. Tres manchas y tres líneas son las claves. La vista sigue las huellas que atraviesan la imagen, para detenerse sin remedio en las figuras. Posiblemente en primer lugar, porque ocupa el centro, nos vamos siguiendo las huellas del cestero que airea su mercancía de un lado a otro de la playa y, desatendiendo las normas elementales de la composición, está a punto de salirse del plano. En dirección opuesta una pareja de jóvenes totalmente ajena al movimiento del vendedor. Por último (las dos primeras están en movimiento y ésta es estática), la vista se para en el ángulo inferior izquierdo. Se ve a otra persona y se adivina a alguien más refugiado bajo la sombrilla. Mientras toman el sol los potenciales clientes no van a por el producto, el producto tiene que colocarse delante de sus narices. El trabajo del cestero es arduo, no hay duda. A la intemperie y con fatiga no hay tarea fácil. Las sombras intensas dicen que el calor aprieta. Para colmo, no tiene más remedio que llevar a cuestas muchos modelos para atender todos los gustos. No puede dejar escapar la venta. 

viernes, 6 de febrero de 2009

El salto del ángel






















El muchacho no lo quiere saber, pero para los mirones no hay ninguna duda de que, por lo menos, se juega los dientes en el lance. Deja boquiabierto al respetable con su más difícil todavía. Prima en la faena la valentía, el aplomo y la osadía. Pero hay, sobre todo, un derroche exagerado de inconsciencia. Con las manos atrás, para dejar constan cia gráfica de que la entrada en el agua será de morros, hay que hilar fino para no dejarse los piños en la aventura. El protagonista dispone aproximadamente de un suspiro para no salir mal parado y que la chulería no se convierta en desastre. Su salvavidas es efímero: dura justo el tiempo que tarda en remitir la ola. Si se lanza un segundo antes se estampa de bruces contra la piedra. Si se retrasa lo más mínimo se parte el alma contra la misma roca que no se percibe, aunque es evidente que espera a su presa agazapada bajo la espuma. Pero se tira justo en el momento preciso. Pericia milimétrica gracias a la cual unos pocos centímetros de agua interpretan a la perfección el papel de ángel de la guarda. 

sábado, 24 de enero de 2009

En tono marroquí

Es una foto que abunda ésta de los saquitos de pigmentos. No resulta en absoluto original. Es muy frecuente encontrarla en folletos turísticos de Marruecos, en catálogos o en guías de viaje. Nunca me pareció nada especial y siempre dudé de que fuese identificativa del país. Sin embargo, aunque quizás  haya hecho más de dos mil fotos en este viaje, si tuviese que elegir una a modo de resumen, quizás me quedase con ésta. Creo de verdad que esto es Marruecos. Pero no sólo porque al visitante le trae a la memoria el paseo por cualquier medina durante el viaje, sino también porque conceptualmente Marruecos es así, un muestrario variado y espectacular de sensaciones, contrastes muy acentuados, belleza sin estruendos, colorido impactante, sencillez y espectáculo visual. Una degustación continua de alegría, tradición y atrevimiento simultáneos. Un lujo auténtico para el ánimo y para la vista.

viernes, 16 de enero de 2009

Con la mirada gacha



Casarse en Marruecos es algo especial. Ningún acontecimiento es más celebrado. La boda es un espectáculo colorista y festivo, que todas las marroquíes sueñan con protagonizar algún día. Sin embargo, este ceremonial tradicional, que en el fondo no es otra cosa que una celebración colectiva ante el comienzo de una nueva vida, desde una óptica occidental puede interpretarse como el arranque hacia el sometimiento definitivo de la futura consorte. Es la preparación para la mutación de la mujer a la edad madura, pero también es la muerte simbólica de la libertad que disfrutaba en la etapa anterior. Un ejército de especialistas, maquilladoras, peluqueras, decoradoras, bordadoras, modistas, cocineras y maestras de ceremonia ponen en juego toda su sapiencia para engalanar y embellecer a la novia a fin de elevarla a la condición de ser sublime, pero a la vez emborracharla de lujo, de alegría y de felicidad para empujarla a dar un paso que no quiere dar. Después de la ceremonia de purificación del hamman, y del ritual de la henna, la mujer espera la llegada del varón. Parte del día aguarda su aparición con un velo que le cubre el rostro. Cuando se acerca el momento se viste el traje ceremonial y se despoja del velo, pero no puede levantar la vista. Ha de esperar a su hombre con la mirada gacha. 

miércoles, 14 de enero de 2009

Riesgo invisible

El muchacho se lo piensa detenidamente. Va a hacer un salto importante y no quiere lesionarse. Más vale ser prudente. De la evaluación que haga dependerá el desenlace final. La lectura sería correcta si no se viese que el suelo está a escasos centímetros de sus pies, por lo que resulta un tanto sorprendente la expresión preocupada de su rostro, que parece querer medir con precisión el riesgo al que se va a someter si toma la decisión irreversible de saltar al vacío. Lo que no dice la imagen es que se acaba de dar la vuelta con el miedo metido en las venas. A su espalda, el metro escaso de desnivel se convierte en un muro espectacular que cae directamente sobre el mar desde una altura considerable.

Compositivamente la foto es interesante gracias a esa graduación en la forma que recorre la imagen de izquierda a derecha. El desequilibrio que produce la figura del chico se compensa en parte gracias al color azul verdoso de las ventanas de la casa en el otro extremo .

lunes, 12 de enero de 2009

Muy cerca de lejos

España y Marruecos están muy cerca y se quieren, pero no es suficiente. La pareja no funciona. A pesar de la proximidad geográfica (sólo un ratito en barco nos separa) y del cariño (que se percibe intenso en ocasiones), al caminar por Marruecos algo nos recuerda constantemente que no estamos en casa. En todo momento se palpa otra cultura, otros colores, otro ritmo, otras inquietudes, otro tiempo. En el mismo Tánger, muy occidentalizado y a un tiro de ferry de Tarifa, el movimiento de la gente en la calle o en la playa es diferente al que se vive en el lado norte del estrecho. De ahí para abajo la pobreza aprieta y Europa se aleja muy deprisa. Cuando se sale de Tánger solamente se aprecian ráfagas residuales de globalización, Marruecos se hace más suyo y se empieza a percibir con toda su intensidad el latido propio de la vida árabe.

España y Marruecos son los países vecinos con mayor diferencia de renta del mundo. En 20 años la distancia económica entre ambos ha pasado de 6 a 13 veces. Rabat y Madrid no es que sean distintos, son desiguales.

miércoles, 7 de enero de 2009

Airear los trapos limpios

Airear los trapos, aunque sean limpios, no sólo no suele estar bien visto, sino incluso en muchos casos prohibido. Procuramos ocultar celosamente nuestras cosas personales a los ojos de los demás. Somos exageradamente púdicos. Tanto es así que preservamos a cal y canto nuestras interioridades, pero casi con el mismo celo las exterioridades. El mundo desarrollado cada vez nos va haciendo un poco más opacos. No sólo no queremos que se conozca públicamente la intimidad de nuestra alcoba, nuestras inclinaciones políticas o el dibujo de nuestros calzoncillos, sino que procuramos que nadie entre en nuestra casa si hay zafarrancho o si estamos con los rulos puestos.   
Pero son falsos temores. Aunque suene a perogrullada, realmente no hay nada que esconder cuando no tenemos nada que ocultar. La prueba está ahí, la imagen no es censurable en ningún sentido, tiene encanto visual y se puede considerar en todos los aspectos políticamente correcta. 
Normalmente tienen que darse dos circunstancias para hacerse con una foto: La primera es verla, planteársela como fotografiable y la segunda accionar el disparador en el momento oportuno (en este caso la segunda poco meritoria por tratarse de una imagen estática).

sábado, 20 de diciembre de 2008

Jugar en serio

El niño sale a la calle a jugar. Lo hace solo. No necesita ayuda para divertirse. Ya se unirá el que quiera, si alguien quiere. Una calle propicia, sin tráfico, sin elementos que compliquen sus deseos o hagan peligrar su integridad. Un rincón ideal. Y plásticamente sugerente. El lienzo se llena de ese azul acuarelado que le proporciona tono de base al escenario, de rejas oscuras para el necesario contraste y de ropa recién lavada y azulejos de colores llamativos en la puerta, que terminan de componer cromáticamente el conjunto. La guinda la pone la entrada en imagen del fucsia que viste el chaval, las escaleras que arrancan a su lado hacia ninguna parte, rematadas por encima con la forma geométrica de la ventana destartalada y la alfombra puntillista del suelo artesanal.

El escenario del juego

Esta imagen da la sensación de haberse compuesto artificialmente para el comienzo del rodaje de alguna película. La vista se tropieza en primer lugar con los dos conjuntos estáticos humanos del primer plano, no demasiado definidos, uno a cada lado del decorado y en ligero desnivel,para continuar ascendiendo hacia el fondo por la calle. En el centro pero en buscada asimetría, una figura juvenil en movimiento contraresta la lejanía en el plano gracias a una mayor intensidad de azul. Los ojos siguen el movimiento marcado por la mano del chico, pero no encuentran fácilmente el objeto que ha lanzado al espacio.

martes, 16 de diciembre de 2008

Abrigo contra el calor

La sabiduría no está en los libros. Dicen los manuales al uso (y cuando sacude una ola de calor, los telediarios hasta la saciedad) que para evitar las deshidrataciones y que el cuerpo no se amilane ante las altas temperaturas, lo conveniente es aligerar la vestimenta, quitarse ropa y enfundarse en tejidos vaporosos, a ser posible blancos o muy claros. Nada más lejos de la filosofía experimental de las campesinas marroquíes. La fórmula consiste en abrigarse para combatir el calor. Contra los cuarenta grados a la sombra, la receta infalible es un traje pesado con varias capas de llamativos colores por encima. Y parece ser eficaz. Mientras los europeos combaten los calores sin camisa en la terraza, a base de cocacola y abanico, ellas trabajan enfundadas en sus historiados trajes y mantienen a buen ritmo la labor. Y a fe que lo hacen sin una gota de sudor.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Seriedad festiva

Es día festivo. Los árabes se embellecen, les gusta lucirse y se visten especialmente para las ocasiones. La señora ha sacado sus mejores galas para la celebración. Sin embargo, la mirada baja, reflexiva, meditabunda, denota que alguna procesión interna le nubla el festejo que se avecina. Va dispuesta a cumplir con la festividad, pero con la mente ocupada en algún otro quehacer menos gozoso. La foto lo dice.
Nunca supe por qué hago fotografías. Algunas veces pienso que es casual. Tal vez una serie de circunstancias encadenadas, un proceso aleatorio te lleva por ese camino. Otras pienso que no. Nunca me llamaron la atención los payasos, ni el domador, ni la trapecista, a mi siempre me dejaba boquiabierto el número de magia. Estaba convencido de que los magos eran seres superiores, gente sobrenatural, dioses. Los adultos me decían que no era verdad, que hacían  trucos, que todo era una trampa, pero a mí me daba igual. Continuaba atontado. Me cautivaba el poder de la ilusión. Quizás por eso he seguido admirando a los tramposos habilidosos, a los que se creen sus mentiras y a los canallas inocentes. La fotografía me ha permitido tocar mi sueño con la punta de los dedos. Yo también puedo hacer magia. A veces capto un instante fugaz y lo hago eterno. Incluso he soñado que con la cámara recortaba un trocito de realidad y lo hacía tan grande como el mundo.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Como si tal cosa

Camina cuesta arriba con el fardo enorme. No se sabe si debido a su propia fortaleza, a la fuerza de la costumbre o tal vez a que ese lío gigantesco que acarrea no es demasiado pesado, lo cierto es que lo hace sin esfuerzo aparente, como si tal cosa. Además, no tiene el más mínimo interés en ocuparse de la aparatosa carga que transporta, sus cinco sentidos están puestos en lo que lleva entre manos. Lo que realmente preocupa al porteador es el análisis minucioso del pequeño aparato con el que maniobra. Le importa un bledo el peso o el volumen del petate.
En segundo plano el fútbol, el referente universal gracias al cual todo el mundo tiene algo de que hablar. La camiseta azulgrana de Etoo es en esta ocasión el nexo global.

Lucha desigual




El camello se ensaña con el Mercedes. Podría estarse rascando para encontrar un poco de alivio a la desazón que le produce el ataque de los parásitos. Pero también podría haber decidido oponer resistencia al avance del invasor con todas sus fuerzas. La naturaleza frente a la técnica. Ecologismo frente a consumo. Desarrollo sostenible. No al abuso, no a la intromisión. Asistiríamos en este caso al intento de derrocamiento de un icono, al abatimiento de un símbolo, que recuerda vagamente al complicado derrumbamiento de la estatua de Sadam Husseim en la guerra de Iraq. El ocre vivo del animal enfrentado al azul metálico de la máquina. Tal vez, creyendo que teníamos ante el objetivo a un camello rascándose, hemos fotografiado sin querer la lucha desigual y romántica de un elemento aislado contra un imperio organizado, el enfrentamiento a puñetazos de un individuo contra un carro de combate.

La pared burlona




En plena marcha, ella desvía inconsciente la vista hacia la pared y la mirada le devuelve el reflejo de su propio movimiento, una réplica fantástica de su transcurrir. Realidad e imagen se hablan.
Una broma casual y sorprendente, una burla didáctica y simpática que resulta refrescante en medio de la caminata, una payasada filosófica que rompe el transcurrir monótono e incita a detenerse. La pintura mural hace de espejo colorista que entretiene, enriquece y personaliza el paseo. Es una invitación a la reflexión y a la tranquilidad. No te apures, no todo consiste en ir deprisa de un lado a otro. El camino no conduce a ninguna parte, la meta es el camino.
Es Assilah, un puerto pesquero lleno de luz, el pueblo marítimo de la magia y del arte que disfruta encalando de cultura y de bohemia las paredes blancas de sus calles. Es el Marruecos tradicional de raíces milenarias y a la vez el más atlántico y abierto.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El lujo de la sencillez

Posiblemente uno de los aspectos más sobresalientes de la construcción árabe sea la sobriedad exterior. Edificios importantes tienen como únicas señas de identidad las formas sencillas, el color blanco, la línea, la simplicidad repetitiva de los contornos y la poca ornamentación de las fachadas.
Está tomada en Tetuán. La foto es en color aunque la cámara sólo percibe blancos y grises a la puesta de sol. Desnudez absoluta en las superficies, terrazas a distintos niveles y formas geométricas sencilllas que se repiten en diferentes planos. Son los rasgos característicos, el valor de la belleza urbanística autóctona.
Particularmente me siento cómodo con estas fotos que no idealizan, en las que la información que se transmite es concreta y no está mitificada.

Dos no es igual a uno más uno


Dos es un conjunto, un ente único, una pareja. Y uno más uno no es un conjunto, son dos entes únicos, dos unidades diferenciadas.
Ellas son dos, ellos uno más uno.
Ellas y ellos. Formas diferentes, desigual hábito, distintos comportamientos. Ellos toman el sol en la playa, ellas pasean a la orilla del mar.
Ellos son independientes uno del otro, inconexos, diferenciados, separados y en silencio. Cada uno a su aire. El primero tumbado hacia abajo, el segundo boca arriba.
Ellas se hacen compañía mientras pasean a la orilla del mar, unidas por la conversación, llevan el mismo paso y la misma trayectoria. Van juntas.
Ellos están en bañador, ellas vestidas.
Hombres y mujeres somos seres humanos aunque tenemos sexos diferentes. En ningún sitio somos iguales. Pero las mujeres en Marruecos son más distintas a los hombres.

martes, 2 de diciembre de 2008

Monocromo y multicolor




Blancura y policromía, unicidad ante pluralidad, sobriedad contra abundancia, uniformidad frente a diversidad. Términos que conviven contrapuestos en evidente y acertada armonía, compartiendo en la imagen el mismo espacio. El octogenario, que observa con deleite el retozar de los jóvenes que acuden a la cascada a refrescarse, en las proximidades de Xaouen, es un hombre ilustrado, experto en leyes y que domina cuatro idiomas; una persona serena, equilibrada y abierta. La indumentaria y la barba hacen ver también que está fuertemente apegada a la tradición y es fiel a sus orígenes. Alrededor de la blancura central, en la foto y en la sociedad, la intensidad, la variedad y el color. También el contraste, la energía y la amenaza latente de una explosión.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Atenta espera






















Se la ve expectante. Observa con atención mientras el tiempo corre empeñado en añadir inquietud al momento. Sentada en el muro de la terraza, toda su atención se centra en un punto que cualquiera concluiría es aquél por el que tiene que venir la persona a la que espera. Pero hace rato que no las tiene todas consigo. Está cansada. La historia se repite. Le cuesta seguir creyendo.
La posición es estable, no circunstancial. Ha adoptado una postura cómoda, que le permitirá aguantar en actitud vigilante bastante tiempo si las circunstancias lo requieren. Las dudas son evidentes en la mirada felina y un tanto escéptica, pero todavía esperanzada, de la muchacha.
La pared del fondo, mitad en tonos fríos, mitad cálidos, hace de marco adecuado para mantener en un empate la incertidumbre del desenlace.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Menos desafiante y más resignado


Tiene la mirada arrugada de tanto mirar y camina con paso firme y sin demasiada ilusión hacia no se sabe muy bien dónde. Parece escudriñar el pasado como si de nuevo se lo fuese a encontrar de frente. Menos desafiante y más resignado. El tiempo se le ha ido colando sin piedad en el alma y le ha ido aplacando poco a poco el vigor del que hacía gala antaño. Un empuje que de alguna manera aún resulta evidente, escondido entre los pliegues raídos de la llamativa y hoy desmedida chilaba. El porte solemne que siempre le había proporcionado la barba a su espíritu rebelde, queda ahora parcialmente deslucido por el desaliño y el cansancio. El desequilibrio se hace evidente en esa manga indómita de su camisa.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Geometría y color


Me gusta la fotografía de la calle, la fotografía sin artilugios, las fotos de a pie. Disfruto parándome a observar las líneas que se dibujan en lo cotidiano, los colores de la normalidad, la grandeza de las imágenes sencillas. Fotos sin pretensiones en las que el tema principal es el color, pero en las que, con o sin presencia humana, tiene mucha fuerza la forma, la geometría. Ésta puede ser una buena muestra.

El paraiso azul

Xaouen o Chefchaouen es un paraiso de color en el que la vista se emociona ante la grandeza de la excitante gama de azules, que invaden arrogantes todos los rincones de las estrechas callejuelas de la ciudad. Parece como si el mar hubiese ocupado algún día las sinuosas calles y una huella inmensa con los mil azules del agua quedase impresa para siempre en las puertas, en las escalaleras, en las fachadas y en las ventanas de este pueblo privilegiado situado en la ladera de las montañas del Rif.

Camino de la inmensidad



Me gusta esta foto porque define bien la vida, las vidas de todos, los recorridos humanos. De diferentes formas, con distintos medios y distintas fuerzas, pero cada cual a su manera caminando, avanzando con decisión hacia el destino, hacia ese un poco más allá que nos espera después de la curva, detrás del horizonte, hacia ese mañana que no se conoce, pero que imaginamos inmenso, lleno de color como el fondo de la imagen. El camino en cuesta, siempre difícil, siempre esforzado. Las señales nos ayudan. Indican que no hay que bajar la guardia. Para llegar hasta el final quedan siempre obstáculos por salvar.

Por derecho

Frente a frente. La cámara y el alma. Sin tapujos. La cámara ha apuntado hacia su objetivo y el alma de la señora no tiene nada que ocultar. Es mayor y está cansada. Dice sin abrir la boca que es duro empujar la vida día tras día, pero que también sabe que eso es lo que hay. Mira, piensa y descansa. No acaba de entender que se quiera captar la imagen de algo tan poco especial como ella, pero lo acepta sin problemas. La mano, acercándose a la mejilla, parece ayudarle a meditar. Los piés descalzos sobre las babuchas muestran a las luces la dureza de la jornada y del camino diario.
Los que hacemos fotografías esperamos poder captar trozos de realidad para convertirlos en imágenes, pero buscamos algo más que una instantánea de nuestro entorno. Cuando vamos con una cámara al hombro, esperamos poder descubrir las relaciones del hombre con la vida, esperamos, en el fondo, poder encontrarnos todos los días frente a frente con esta señora

martes, 25 de noviembre de 2008

Perseguidos por las sombras




Caminamos por la vida indisolublemente unidos a nuestra sombra. Es algo así como nuestro pasado, nuestra conciencia o nuestros actos, que nos acompañan eternamente, que vagan de un lado a otro pegados a nosotros sin que podamos hacer nada por deshacernos de ellos. Nuestra sombra y nuestro pasado nos persiguen siempre. Por mucho que queramos despistarles, van con nosotros a todas partes hasta la muerte, forman parte de nuestra identidad, aunque por momentos nos parezca que nos abandonan. La sombra crece cuando el día empieza a declinar, lo mismo que el pasado cuando las vidas ya atardecen se alarga, con el tiempo se hace mucho más grande que nosotros, hasta ocupar casi toda nuestra realidad. El empedrado, perpendicular a la trayectoria, le da color y un tono de entretenimiento, más que de dificultad, a la marcha del grupo.

Arte camaleónico


Resulta curioso comprobar lo bien que se integra en este caso la figura humana en el fondo. Realmente es como si hubiese formado parte desde siempre de la pintura mural de la que se ha escapado. Ha salido unos instantes porque tenía algo urgente que resolver y vuelve diligente para seguir ocupando su sitio, para incorporarse nuevamente a su papel de toda la vida. Por desgracia, muchas veces el arte peca de maleducado. Se planta sin miramientos donde corresponda y se limita a llamar la atención, sin importarle demasiado los medios y sin preocuparse de si para ello tiene que volverse agresivo, irrespetuoso o radical. Lo importante es despertar del letargo al espectador. Como sea. Otras veces, las menos por desgracia, el arte se integra silenciosamente en el entorno, se mimetiza sin necesidad de gritarle a nadie, se identifica con los colores, utiliza los mismos tonos que hay a su alrededor. Es el arte silencioso y camaleónico, el que no viene impuesto, el que se parece a nosotros, el único al que le aceptamos una llamada de atención porque lo sentimos cerca, el que es capaz de despertar las conciencias desde dentro de nosotros. Porque es nosotros.