La corriente no cambia de sentido. En un colectivo el rumbo es el mismo para todos. La inmensa mayoría marcha en la dirección que las circunstancias marcan, siguen el ritmo general, la tónica impuesta o la tendencia dominante. En ocasiones aparece un elemento discordante, algún rebelde descarriado que no se rige por las mismas leyes que los demás, o alguien a quien sus vísceras le obligan a reaccionar en sentido diferente. En este caso, todas las jóvenes de la imagen caminan hacia la entrada del edificio atraídas por algo que les espera en el interior. Todas menos una, a la que no tientan especialmente las promesas que se avecinan. El foco de atención de la muchacha que gira el rostro está en el lado opuesto, a su espalda. La mirada es interrogante y ligeramente preocupada. Parece interesada en algo concreto de lo que se separa y tiene dudas. No sabe cómo será el reencuentro. Por eso quiere apreciarlo hasta dejar de verlo.