El niño sale a la calle a jugar. Lo hace solo. No necesita ayuda para divertirse. Ya se unirá el que quiera, si alguien quiere. Una calle propicia, sin tráfico, sin elementos que compliquen sus deseos o hagan peligrar su integridad. Un rincón ideal. Y plásticamente sugerente. El lienzo se llena de ese azul acuarelado que le proporciona tono de base al escenario, de rejas oscuras para el necesario contraste y de ropa recién lavada y azulejos de colores llamativos en la puerta, que terminan de componer cromáticamente el conjunto. La guinda la pone la entrada en imagen del fucsia que viste el chaval, las escaleras que arrancan a su lado hacia ninguna parte, rematadas por encima con la forma geométrica de la ventana destartalada y la alfombra puntillista del suelo artesanal.
Las imágenes hablan por sí mismas. Esto es lo que éstas un día me dijeron a mí.
sábado, 20 de diciembre de 2008
El escenario del juego
Esta imagen da la sensación de haberse compuesto artificialmente para el comienzo del rodaje de alguna película. La vista se tropieza en primer lugar con los dos conjuntos estáticos humanos del primer plano, no demasiado definidos, uno a cada lado del decorado y en ligero desnivel,para continuar ascendiendo hacia el fondo por la calle. En el centro pero en buscada asimetría, una figura juvenil en movimiento contraresta la lejanía en el plano gracias a una mayor intensidad de azul. Los ojos siguen el movimiento marcado por la mano del chico, pero no encuentran fácilmente el objeto que ha lanzado al espacio.
martes, 16 de diciembre de 2008
Abrigo contra el calor
La sabiduría no está en los libros. Dicen los manuales al uso (y cuando sacude una ola de calor, los telediarios hasta la saciedad) que para evitar las deshidrataciones y que el cuerpo no se amilane ante las altas temperaturas, lo conveniente es aligerar la vestimenta, quitarse ropa y enfundarse en tejidos vaporosos, a ser posible blancos o muy claros. Nada más lejos de la filosofía experimental de las campesinas marroquíes. La fórmula consiste en abrigarse para combatir el calor. Contra los cuarenta grados a la sombra, la receta infalible es un traje pesado con varias capas de llamativos colores por encima. Y parece ser eficaz. Mientras los europeos combaten los calores sin camisa en la terraza, a base de cocacola y abanico, ellas trabajan enfundadas en sus historiados trajes y mantienen a buen ritmo la labor. Y a fe que lo hacen sin una gota de sudor.
sábado, 13 de diciembre de 2008
Seriedad festiva
Es día festivo. Los árabes se embellecen, les gusta lucirse y se visten especialmente para las ocasiones. La señora ha sacado sus mejores galas para la celebración. Sin embargo, la mirada baja, reflexiva, meditabunda, denota que alguna procesión interna le nubla el festejo que se avecina. Va dispuesta a cumplir con la festividad, pero con la mente ocupada en algún otro quehacer menos gozoso. La foto lo dice.
Nunca supe por qué hago fotografías. Algunas veces pienso que es casual. Tal vez una serie de circunstancias encadenadas, un proceso aleatorio te lleva por ese camino. Otras pienso que no. Nunca me llamaron la atención los payasos, ni el domador, ni la trapecista, a mi siempre me dejaba boquiabierto el número de magia. Estaba convencido de que los magos eran seres superiores, gente sobrenatural, dioses. Los adultos me decían que no era verdad, que hacían trucos, que todo era una trampa, pero a mí me daba igual. Continuaba atontado. Me cautivaba el poder de la ilusión. Quizás por eso he seguido admirando a los tramposos habilidosos, a los que se creen sus mentiras y a los canallas inocentes. La fotografía me ha permitido tocar mi sueño con la punta de los dedos. Yo también puedo hacer magia. A veces capto un instante fugaz y lo hago eterno. Incluso he soñado que con la cámara recortaba un trocito de realidad y lo hacía tan grande como el mundo.
lunes, 8 de diciembre de 2008
Como si tal cosa
Camina cuesta arriba con el fardo enorme. No se sabe si debido a su propia fortaleza, a la fuerza de la costumbre o tal vez a que ese lío gigantesco que acarrea no es demasiado pesado, lo cierto es que lo hace sin esfuerzo aparente, como si tal cosa. Además, no tiene el más mínimo interés en ocuparse de la aparatosa carga que transporta, sus cinco sentidos están puestos en lo que lleva entre manos. Lo que realmente preocupa al porteador es el análisis minucioso del pequeño aparato con el que maniobra. Le importa un bledo el peso o el volumen del petate.
En segundo plano el fútbol, el referente universal gracias al cual todo el mundo tiene algo de que hablar. La camiseta azulgrana de Etoo es en esta ocasión el nexo global.
Lucha desigual
El camello se ensaña con el Mercedes. Podría estarse rascando para encontrar un poco de alivio a la desazón que le produce el ataque de los parásitos. Pero también podría haber decidido oponer resistencia al avance del invasor con todas sus fuerzas. La naturaleza frente a la técnica. Ecologismo frente a consumo. Desarrollo sostenible. No al abuso, no a la intromisión. Asistiríamos en este caso al intento de derrocamiento de un icono, al abatimiento de un símbolo, que recuerda vagamente al complicado derrumbamiento de la estatua de Sadam Husseim en la guerra de Iraq. El ocre vivo del animal enfrentado al azul metálico de la máquina. Tal vez, creyendo que teníamos ante el objetivo a un camello rascándose, hemos fotografiado sin querer la lucha desigual y romántica de un elemento aislado contra un imperio organizado, el enfrentamiento a puñetazos de un individuo contra un carro de combate.
La pared burlona
En plena marcha, ella desvía inconsciente la vista hacia la pared y la mirada le devuelve el reflejo de su propio movimiento, una réplica fantástica de su transcurrir. Realidad e imagen se hablan.
Una broma casual y sorprendente, una burla didáctica y simpática que resulta refrescante en medio de la caminata, una payasada filosófica que rompe el transcurrir monótono e incita a detenerse. La pintura mural hace de espejo colorista que entretiene, enriquece y personaliza el paseo. Es una invitación a la reflexión y a la tranquilidad. No te apures, no todo consiste en ir deprisa de un lado a otro. El camino no conduce a ninguna parte, la meta es el camino.
Una broma casual y sorprendente, una burla didáctica y simpática que resulta refrescante en medio de la caminata, una payasada filosófica que rompe el transcurrir monótono e incita a detenerse. La pintura mural hace de espejo colorista que entretiene, enriquece y personaliza el paseo. Es una invitación a la reflexión y a la tranquilidad. No te apures, no todo consiste en ir deprisa de un lado a otro. El camino no conduce a ninguna parte, la meta es el camino.
Es Assilah, un puerto pesquero lleno de luz, el pueblo marítimo de la magia y del arte que disfruta encalando de cultura y de bohemia las paredes blancas de sus calles. Es el Marruecos tradicional de raíces milenarias y a la vez el más atlántico y abierto.
jueves, 4 de diciembre de 2008
El lujo de la sencillez
Posiblemente uno de los aspectos más sobresalientes de la construcción árabe sea la sobriedad exterior. Edificios importantes tienen como únicas señas de identidad las formas sencillas, el color blanco, la línea, la simplicidad repetitiva de los contornos y la poca ornamentación de las fachadas.
Está tomada en Tetuán. La foto es en color aunque la cámara sólo percibe blancos y grises a la puesta de sol. Desnudez absoluta en las superficies, terrazas a distintos niveles y formas geométricas sencilllas que se repiten en diferentes planos. Son los rasgos característicos, el valor de la belleza urbanística autóctona.
Particularmente me siento cómodo con estas fotos que no idealizan, en las que la información que se transmite es concreta y no está mitificada.
Dos no es igual a uno más uno
Dos es un conjunto, un ente único, una pareja. Y uno más uno no es un conjunto, son dos entes únicos, dos unidades diferenciadas.
Ellas son dos, ellos uno más uno.
Ellas y ellos. Formas diferentes, desigual hábito, distintos comportamientos. Ellos toman el sol en la playa, ellas pasean a la orilla del mar.
Ellos son independientes uno del otro, inconexos, diferenciados, separados y en silencio. Cada uno a su aire. El primero tumbado hacia abajo, el segundo boca arriba.
Ellas se hacen compañía mientras pasean a la orilla del mar, unidas por la conversación, llevan el mismo paso y la misma trayectoria. Van juntas.
Ellos están en bañador, ellas vestidas.
Hombres y mujeres somos seres humanos aunque tenemos sexos diferentes. En ningún sitio somos iguales. Pero las mujeres en Marruecos son más distintas a los hombres.
Ellas son dos, ellos uno más uno.
Ellas y ellos. Formas diferentes, desigual hábito, distintos comportamientos. Ellos toman el sol en la playa, ellas pasean a la orilla del mar.
Ellos son independientes uno del otro, inconexos, diferenciados, separados y en silencio. Cada uno a su aire. El primero tumbado hacia abajo, el segundo boca arriba.
Ellas se hacen compañía mientras pasean a la orilla del mar, unidas por la conversación, llevan el mismo paso y la misma trayectoria. Van juntas.
Ellos están en bañador, ellas vestidas.
Hombres y mujeres somos seres humanos aunque tenemos sexos diferentes. En ningún sitio somos iguales. Pero las mujeres en Marruecos son más distintas a los hombres.
martes, 2 de diciembre de 2008
Monocromo y multicolor
Blancura y policromía, unicidad ante pluralidad, sobriedad contra abundancia, uniformidad frente a diversidad. Términos que conviven contrapuestos en evidente y acertada armonía, compartiendo en la imagen el mismo espacio. El octogenario, que observa con deleite el retozar de los jóvenes que acuden a la cascada a refrescarse, en las proximidades de Xaouen, es un hombre ilustrado, experto en leyes y que domina cuatro idiomas; una persona serena, equilibrada y abierta. La indumentaria y la barba hacen ver también que está fuertemente apegada a la tradición y es fiel a sus orígenes. Alrededor de la blancura central, en la foto y en la sociedad, la intensidad, la variedad y el color. También el contraste, la energía y la amenaza latente de una explosión.
domingo, 30 de noviembre de 2008
Atenta espera
Se la ve expectante. Observa con atención mientras el tiempo corre empeñado en añadir inquietud al momento. Sentada en el muro de la terraza, toda su atención se centra en un punto que cualquiera concluiría es aquél por el que tiene que venir la persona a la que espera. Pero hace rato que no las tiene todas consigo. Está cansada. La historia se repite. Le cuesta seguir creyendo.
La posición es estable, no circunstancial. Ha adoptado una postura cómoda, que le permitirá aguantar en actitud vigilante bastante tiempo si las circunstancias lo requieren. Las dudas son evidentes en la mirada felina y un tanto escéptica, pero todavía esperanzada, de la muchacha.
La pared del fondo, mitad en tonos fríos, mitad cálidos, hace de marco adecuado para mantener en un empate la incertidumbre del desenlace.
jueves, 27 de noviembre de 2008
Menos desafiante y más resignado
Tiene la mirada arrugada de tanto mirar y camina con paso firme y sin demasiada ilusión hacia no se sabe muy bien dónde. Parece escudriñar el pasado como si de nuevo se lo fuese a encontrar de frente. Menos desafiante y más resignado. El tiempo se le ha ido colando sin piedad en el alma y le ha ido aplacando poco a poco el vigor del que hacía gala antaño. Un empuje que de alguna manera aún resulta evidente, escondido entre los pliegues raídos de la llamativa y hoy desmedida chilaba. El porte solemne que siempre le había proporcionado la barba a su espíritu rebelde, queda ahora parcialmente deslucido por el desaliño y el cansancio. El desequilibrio se hace evidente en esa manga indómita de su camisa.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Geometría y color
Me gusta la fotografía de la calle, la fotografía sin artilugios, las fotos de a pie. Disfruto parándome a observar las líneas que se dibujan en lo cotidiano, los colores de la normalidad, la grandeza de las imágenes sencillas. Fotos sin pretensiones en las que el tema principal es el color, pero en las que, con o sin presencia humana, tiene mucha fuerza la forma, la geometría. Ésta puede ser una buena muestra.
El paraiso azul
Xaouen o Chefchaouen es un paraiso de color en el que la vista se emociona ante la grandeza de la excitante gama de azules, que invaden arrogantes todos los rincones de las estrechas callejuelas de la ciudad. Parece como si el mar hubiese ocupado algún día las sinuosas calles y una huella inmensa con los mil azules del agua quedase impresa para siempre en las puertas, en las escalaleras, en las fachadas y en las ventanas de este pueblo privilegiado situado en la ladera de las montañas del Rif.
Camino de la inmensidad
Me gusta esta foto porque define bien la vida, las vidas de todos, los recorridos humanos. De diferentes formas, con distintos medios y distintas fuerzas, pero cada cual a su manera caminando, avanzando con decisión hacia el destino, hacia ese un poco más allá que nos espera después de la curva, detrás del horizonte, hacia ese mañana que no se conoce, pero que imaginamos inmenso, lleno de color como el fondo de la imagen. El camino en cuesta, siempre difícil, siempre esforzado. Las señales nos ayudan. Indican que no hay que bajar la guardia. Para llegar hasta el final quedan siempre obstáculos por salvar.
Por derecho
Frente a frente. La cámara y el alma. Sin tapujos. La cámara ha apuntado hacia su objetivo y el alma de la señora no tiene nada que ocultar. Es mayor y está cansada. Dice sin abrir la boca que es duro empujar la vida día tras día, pero que también sabe que eso es lo que hay. Mira, piensa y descansa. No acaba de entender que se quiera captar la imagen de algo tan poco especial como ella, pero lo acepta sin problemas. La mano, acercándose a la mejilla, parece ayudarle a meditar. Los piés descalzos sobre las babuchas muestran a las luces la dureza de la jornada y del camino diario.
Los que hacemos fotografías esperamos poder captar trozos de realidad para convertirlos en imágenes, pero buscamos algo más que una instantánea de nuestro entorno. Cuando vamos con una cámara al hombro, esperamos poder descubrir las relaciones del hombre con la vida, esperamos, en el fondo, poder encontrarnos todos los días frente a frente con esta señora
Los que hacemos fotografías esperamos poder captar trozos de realidad para convertirlos en imágenes, pero buscamos algo más que una instantánea de nuestro entorno. Cuando vamos con una cámara al hombro, esperamos poder descubrir las relaciones del hombre con la vida, esperamos, en el fondo, poder encontrarnos todos los días frente a frente con esta señora
martes, 25 de noviembre de 2008
Perseguidos por las sombras
Caminamos por la vida indisolublemente unidos a nuestra sombra. Es algo así como nuestro pasado, nuestra conciencia o nuestros actos, que nos acompañan eternamente, que vagan de un lado a otro pegados a nosotros sin que podamos hacer nada por deshacernos de ellos. Nuestra sombra y nuestro pasado nos persiguen siempre. Por mucho que queramos despistarles, van con nosotros a todas partes hasta la muerte, forman parte de nuestra identidad, aunque por momentos nos parezca que nos abandonan. La sombra crece cuando el día empieza a declinar, lo mismo que el pasado cuando las vidas ya atardecen se alarga, con el tiempo se hace mucho más grande que nosotros, hasta ocupar casi toda nuestra realidad. El empedrado, perpendicular a la trayectoria, le da color y un tono de entretenimiento, más que de dificultad, a la marcha del grupo.
Arte camaleónico
Resulta curioso comprobar lo bien que se integra en este caso la figura humana en el fondo. Realmente es como si hubiese formado parte desde siempre de la pintura mural de la que se ha escapado. Ha salido unos instantes porque tenía algo urgente que resolver y vuelve diligente para seguir ocupando su sitio, para incorporarse nuevamente a su papel de toda la vida. Por desgracia, muchas veces el arte peca de maleducado. Se planta sin miramientos donde corresponda y se limita a llamar la atención, sin importarle demasiado los medios y sin preocuparse de si para ello tiene que volverse agresivo, irrespetuoso o radical. Lo importante es despertar del letargo al espectador. Como sea. Otras veces, las menos por desgracia, el arte se integra silenciosamente en el entorno, se mimetiza sin necesidad de gritarle a nadie, se identifica con los colores, utiliza los mismos tonos que hay a su alrededor. Es el arte silencioso y camaleónico, el que no viene impuesto, el que se parece a nosotros, el único al que le aceptamos una llamada de atención porque lo sentimos cerca, el que es capaz de despertar las conciencias desde dentro de nosotros. Porque es nosotros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)