En sus turbias aguas se disuelven pausada y fervorosamente millones de esperanzas. Cargadas de mendigos y de brahmanes, con promesas de cuerpos moribundos, entre olores intensos a dioses, a carne abrasada, a altares y a excrementos de vaca sagrada, las místicas orillas del Ganges paralizan sin aliento al visitante. Al tiempo, repletas de emociones, esperan pacientes el momento de acoger en su lecho eterno las cenizas infinitas de la muerte para darles nueva vida.