Descienden al compás, bajan desde las nubes a un ritmo preciso. Una danza reparadora de agua jabonosa les acompaña de arriba abajo. En un equilibrio ajustado van inyectando sabia nueva a la piel acristalada del rascacielos gigante. Sus vidas y el brillo de la torre penden del mismo hilo.
... me ha encantado la foto y el texto! gracias!
ResponderEliminarGracias a ti, Teca, por el comentario
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