Caminamos por la vida indisolublemente unidos a nuestra sombra. Es algo así como nuestro pasado, nuestra conciencia o nuestros actos, que nos acompañan eternamente, que vagan de un lado a otro pegados a nosotros sin que podamos hacer nada por deshacernos de ellos. Nuestra sombra y nuestro pasado nos persiguen siempre. Por mucho que queramos despistarles, van con nosotros a todas partes hasta la muerte, forman parte de nuestra identidad, aunque por momentos nos parezca que nos abandonan. La sombra crece cuando el día empieza a declinar, lo mismo que el pasado cuando las vidas ya atardecen se alarga, con el tiempo se hace mucho más grande que nosotros, hasta ocupar casi toda nuestra realidad. El empedrado, perpendicular a la trayectoria, le da color y un tono de entretenimiento, más que de dificultad, a la marcha del grupo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario