El muchacho se lo piensa detenidamente. Va a hacer un salto importante y no quiere lesionarse. Más vale ser prudente. De la evaluación que haga dependerá el desenlace final. La lectura sería correcta si no se viese que el suelo está a escasos centímetros de sus pies, por lo que resulta un tanto sorprendente la expresión preocupada de su rostro, que parece querer medir con precisión el riesgo al que se va a someter si toma la decisión irreversible de saltar al vacío. Lo que no dice la imagen es que se acaba de dar la vuelta con el miedo metido en las venas. A su espalda, el metro escaso de desnivel se convierte en un muro espectacular que cae directamente sobre el mar desde una altura considerable.
Compositivamente la foto es interesante gracias a esa graduación en la forma que recorre la imagen de izquierda a derecha. El desequilibrio que produce la figura del chico se compensa en parte gracias al color azul verdoso de las ventanas de la casa en el otro extremo .
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