Normalmente la espera viene inevitablemente teñida de incertidumbre (“no va a llegar a tiempo”, “¿para qué me habrá citado?”, “tarda más de lo que debiera”, “¿vendrá?”). Si siempre entraña dudas, especialmente complicada es la espera de los enamorados y la de los que no sospechan siquiera lo que está por llegar. La letra de una canción de Amistades Peligrosas decía que “larga es la espera cuando se quiere, pero más larga es la espera sin saber lo que se espera”.
En este caso empieza a atardecer, el día se ha ido gastando y la espera de las protagonistas parece haber sido larga y tranquila. No se aprecian por ningún lado atisbos de inquietud. En este instante todas las emociones de la niña se limitan al intenso mundo que se dibuja en las páginas de su libro. El resto no le preocupa. Por su parte, el tiempo de la mujer discurre sin impaciencia totalmente ajeno a lo que pasa ante sus ojos o transcurre a sus espaldas. Aislada del entorno dormita acodada en el respaldo de la silla, estratégicamente situada al efecto, mientras aguarda confiada el final de una espera que en modo alguno le desespera.
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ResponderEliminarNo sé qué me enamora más, si la foto, el texto o el autor de ambos. En cualquier caso, estoy encantada de que sigas endulzando mis largas horas de espera.
ResponderEliminarLolita