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martes, 10 de enero de 2012

El pasado era así

Los ladrillos hacían crecer la alegría en las ciudades. Eran años de esplendor. Mucha gente se frotaba las manos, empresas y ciudadanos se endeudaban sin reparo hasta las pestañas al abrigo de la bonanza. La proximidad del paraíso alentaba los ánimos. La carrera desenfrenada de los precios iba acelerando la locura colectiva. De un momento a otro se esperaba la llegada de los dioses cuando, de repente, alguien se dio cuenta de que estábamos construyendo rascacielos sin cimientos. Entonces, automáticamente, el mundo se desplomó.

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