Lleva un mundo ahí sentado. Su gente no aparece. La espera se le hace eterna, se le clava en las entrañas. El desasosiego crece y su paciencia, a punto de reventar, se atasca. Está harto. La sala se vuelve inmensa, el tiempo se le atraganta. Ya hace rato su mirada se ha perdido en un rincón atontada. A su espalda Van Gogh escucha en silencio cómo el tedio toma asiento, cómo la tarde se alarga.
Me encanta la atmósfera de la foto. Me recuerda un cuadro del mejor realismo. Sigue deleitándonos con estas magníficas fotos y estos comentarios tan sugerentes. Teresa
ResponderEliminarGracias, Teresa. Cualquier esfuerzo será insignificante si lo que se logra es seguir deleitando. Un beso
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