La primera mariposa era muy bonita. Tenía las alas de color amarillo intenso rematadas de negro aterciopelado con pintas blancas. Estuvo revoloteando a su alrededor mientras merendaba. Sin moverse consiguió atraparla a la primera. Después llamó su atención otra con alas muy, muy grandes y exactamente del color de una puesta de sol, que le dejó cautivado. Una auténtica preciosidad. La persiguió de un lado a otro durante toda la tarde. Le lanzó cien o mil veces el cubo de plástico y siempre con el convencimiento de que en cada ocasión había conseguido atrapar un sueño. Hasta que anocheció.
Me encanta la foto... y el texto. ¡Eres un crack!
ResponderEliminarLa mariposa es una criatura mágica. El niño, alejado del torrente de luz y color de las pantallas, es capaz de percibirlo y quiere capturar su belleza. Pero lo maravilloso es que el fotógrafo haya capturado para nosotros la magia y la belleza de los dos.
ResponderEliminarPerfect shot!
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